Noches mágicas, en las que nos permitimos el capricho de disfrutar de la grandiosa naturaleza.

Noches mágicas, en las que tomamos consciencia de que formamos parte de algo mucho más grande.

Noches mágicas que se diferencian del resto  sólo por el deseo de estar presente, aquí y ahora.

Estrellas fugaces, que enmudecen el habla indicando que no hay más que decir.

Estrellas fugaces, que estremecen el corazón apareciendo en el momento oportuno.

Estrellas fugaces, señales que nos muestran el camino a seguir.

¿Cómo podemos desear que algo grande pase en nuestra vida mientras ignoramos toda la grandeza que nos envuelve?

Estamos rodeados de belleza, de inspiración, de oportunidades de conexión con nuestro interior y con algo más…

Y sin embargo esta contemplación nos pasa desapercibida, por el ruido de las rutinas diarias, de la comodidad, de la pereza…

El único obstáculo que nos impide ver son nuestros propios ojos, que pierden la capacidad de asombro y de gratitud.

Cuenta Wayne Dyer que si supiéramos quien nos acompaña en todo momento, no volveríamos a tener miedo nunca más en nuestra vida.

Noches mágicas de estrellas fugaces  …  que nos acompañan a descubrirlo.

Natalia Ruiz