Las mujeres representan el 60% de estudiantes de la universidad y suponen el 45% del mercado laboral.Sin embargo, solo el 22% de los puestos directivos están ocupados por mujeres y el 5% son CEO de sus empresas.
¿Qué ocurre para que, a pesar de que las mujeres estén bien preparadas y formadas, tengan tantas dificultades para ocupar puestos de trabajo de responsabilidad?
Las barreras invisibles, culturales y sociales que nos encontramos solo “por ser mujer” son innumerables y aunque se ha avanzado mucho en los últimos años, aún queda mucho por hacer para que ocupemos la relevancia y consigamos la igualdad que merecemos en la sociedad.
Algo está fallando cuando un porcentaje significativo de mujeres optan por renunciar al desarrollo profesional en el ecuador de su carrera cuando ésta entra en conflicto con la vida personal. Las dificultades para conciliar, la falta de confianza y de creerse su propia valía o los roles y esteriotipos de género asentados en la sociedad son las principales causas de la pérdida del talento femenino.
En mis formaciones y mentorías me encuentro con profesionales muy valiosas que se sienten estancadas profesionalmente, que piensan que cobran menos de lo que merecen y que dudan de su talento. Que sufren por incorporarse al mercado laboral tras la maternidad al ver cómo su profesionalidad es cuestionada por cómo se las van a arreglar con los hijos, viéndose privadas de oportunidades de ascenso a puestos de mayor responsabilidad o liderazgo.
Pero lejos de quedarnos en la queja, en la impotencia o en la resignación, esperando a que la sociedad y las empresas “despierten” o nos lluevan políticas de conciliación que nos mejoren nuestra calidad de vida, yo propongo ver qué está en nuestra mano hacer HOY para saltar esas barreras y acercarnos a la vida que queremos.
Y digo acercarnos porque puede que la consigamos, o puede que no (en el resultado final influirán factores que escapan a nuestro control) pero lo importante es hacernos más fácil, interesante y vibrante el camino, que al final, es lo que hace nuestra vida.
Puedes hacer mucho más de lo que imaginas para potenciar tu empleabilidad y fomentar tu conciliación.
Descubre tu talento, enamórate de él, comunícalo de forma óptima, potencia tu autoconfianza y libérate de esas creencias que te atan a un rol sumiso y victimisma.
Entrena tu asertividad, aprende a decir No y a gestionar mejor tu tiempo.
Y priorízate. Ponte en el centro, no te dejes para el final, no te olvides de ti.
Por que sin ti, ninguno de estos saltos tendrá sentido.