Tiempo. ¡Por fin tengo tiempo! Ese bien tan preciado y escaso  que tantas veces he añorado y ahora, por las circunstancias que todos estamos viviendo, tengo. Tiempo para mi familia, tiempo para mi pareja, tiempo para mí.

¿Tengo tiempo? La vida sigue más compleja si cabe que antes, mientras el WhatsApp y las redes se llenan de propuestas de mentes creativas que generosamente me sugieren qué puedo hacer con él.

Y con tanta lista de cosas por hacer me empiezo a agobiar porque, no sé a vosotros, pero paradójicamente a mí me sigue faltando tiempo…

Mi realidad es que he necesitado tres días para encontrar el momento de cocinar con mis hijas una mousse de chocolate que solo requería batir una mezcla de polvos con leche. 3 días.

Y que en 14 días solo he podido abrir una vez un libro. Me río de las tablas de ejercicio en casa… vamos ni intentarlo.

Y esos planes  en pareja… postergados entre miradas cómplices.

Y el teletrabajo…  misión imposible.

Una mezcla explosiva la de tantas expectativas y vida concentrada en pocos metros cuadrados.

Lo cierto es que no quiero que nadie me diga qué puedo hacer con mi tiempo. En qué canales de youtube, páginas web, series, manualidades o cursos online pasar las horas.

Me parece más sensato dedicar el poco tiempo que me queda después de vivir un día a día absorbente ( los que tenéis hijos pequeños en casa me entendéis) a escucharme y observar qué necesito y qué quiero hacer con mi tiempo.

Y es que en esta situación, más que nunca, mi cuerpo me pide simplificar. Valorar lo pequeño, apreciar lo sencillo, hacerme la vida más fácil. Dejar de lado las prisas, los tengo qué y los debería, las exigencias, los grandes sueños  y el empeño de avanzar.

Porque tanto avanzar y mirar para adelante no sirve de mucho si no me detengo en lo que soy, hago y tengo ahora.

Siempre me seguirán quedando webinars y vídeos por ver, ebooks, guías y post por leer. Proyectos por diseñar, ideas por acabar de desarrollar y adecuar su viabilidad en este momento convulso.  Así que asumo que cuando acabe esto, profesionalmente muchos me llevarán ventaja, tanta que quizás nunca les alcance. Y no pasará nada.

Me seguirá quedando gente a la que llamar, manualidades por hacer, partes del cuerpo que tonificar, armarios que ordenar y no pasará nada.

Si me tengo a mí serena, centrada, agradecida, habiendo aprendido a escucharme y a priorizar lo importante estaré fuerte para afrontar lo que venga. Sin esto, lo demás no tiene sentido. Y por esto, para mí es tiempo de simplificar.

 

Simplificar Natalia Ruiz

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